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Traductor autónomo al terminar la carrera: ¿error o acierto?

Últimamente, he observado que al terminar la carrera de traducción e interpretación no son tantos los recién licenciados que se plantean seriamente la posibilidad de darse de alta como traductores autónomos, una opción que, incluso, muchos suelen valorar como poco fiable, inestable e inadecuada para adentrarse al mercado profesional. Si bien es cierto que, en general, hay mucha gente que estudia traducción e interpretación para dedicarse a la docencia de idiomas o como puente hacia otros empleos o disciplinas, la realidad es que la salida de autónomo no termina de estar bien vista.

En concreto, hay dos comentarios que suelo escuchar muy a menudo y con los que no termino de estar del todo de acuerdo:

(1) «Los autónomos tienen muchos gastos»

Suele decirse que ser autónomo en España es poco menos que una odisea por los gastos que se deben afrontar. Y mentira no es. El sistema actual de tributación obliga a los autónomos a pagar una cuota cuya base mínima está actualmente fijada en unos 262 euros mensuales. Una cuota que, en su mayoría está destinada a pagar la Seguridad Social y que suele aumentar cada año un pequeño porcentaje a causa de la inflación. A esta cuota hay que «sumar» las liquidaciones de IVA trimestrales («sumar», entre comillas, porque el IVA en realidad es una cantidad que no debería contarse como ingreso, pero en la práctica casi todo el mundo intenta arañar todo el IVA que pueda desgravando gastos para así sacar más ingresos).

Autonomo

Por otro lado, cuando empiezas como autónomo, tienes que hacer una serie de inversiones para montar tu propia oficina, como recientemente nos ha contado Merche García Lledó en su blog Traducir&Co. Por suerte, los traductores autónomos trabajamos desde casa, así que no tenemos por qué pagar un local o una oficina como suele ocurrir en otros negocios. Pero sí es muy conveniente invertir en mobiliario (una buena mesa, una buena silla y unas buenas cajoneras para almacenaje) y en equipamiento informático y ergonomía, sobre todo si vamos un poco escasos de equipo. Afortunadamente, esas inversiones iniciales puedes declararlas como gastos en el primer trimestre para de alguna manera recuperar parte de la inversión (si no sabes por dónde empezar, quizá te interese este curso de mi colega Pablo Muñoz).

Hasta ahí bien. Como he dicho antes, no es mentira que los autónomos tenemos gastos, pero no considero que sea excusa suficiente como para no aventurarse o como para descartar esta opción. Lo que más me molesta de todo esto son los prejuicios y la condescendencia negativa que tiene mucha gente con los autónomos. Como si los autónomos estuvieran siempre en la cuerda floja o como si no fueran capaces de subsistir.

Y es que, desgraciadamente, todavía hay quien piensa que los autónomos desempeñamos trabajos poco dignos o que hacemos cuatro cosas en casa para sacarnos unos ahorrillos, como si no tuviéramos un trabajo de verdad. Por suerte esto es algo que creo que poco a poco va cambiando (llamadme optimista), ya que si bien es cierto que ser autónomo puede llegar a ser diferente a trabajar como asalariado (esto depende de la profesión), en teoría todos contribuimos económicamente de un modo u otro a las arcas del estado, y personalmente puedo dar fe de que conozco a muchos autónomos que llevan una vidorra que ya quisieran llevar muchos funcionarios.

En definitiva, creo que es necesario romper con estos prejuicios porque no nos ayudan en nada y, además, creo que pueden generar miedo o rechazo en los jóvenes que tengan la ilusión de trabajar por cuenta propia como traductores o en cualquier otro empleo que puedan desarrollar desde casa.

(2) «Es mejor empezar en plantilla y luego hacerse autónomo»

Creo que todos hemos escuchado este comentario antes o después de la boca de algún colega, compañero, amigo o estudiante con la lección bien aprendida. Lo cierto es que no es un mal consejo, y probablemente la mayoría coincidamos en que quizá sea verdaderamente lo mejor. Pero eso no significa que un recién licenciado no pueda dar el salto al mundo freelance al poco tiempo de acabar la carrera. Eso fue lo que hice yo y, aunque debo reconocer que por momentos se hace bastante duro porque vas aprendiendo a base de palos, lo cierto es que no veo que sea algo descabellado o desaconsejable para los jóvenes.

Eso sí, para ello convendría asesorarse bien e incluso formarse para evitar un fracaso provocado por la inconsciencia o la ignorancia de la profesión, del mercado y de la fiscalidad de los profesionales autónomos. En tal caso, es recomendable buscarse a un buen gestor o una buena asesoría e, idealmente, tener cerca a un par de compañeros traductores con experiencia que puedan echarte una mano en un momento dado, o incluso actuar como revisores de tus proyectos. Es cierto que eso hará que ganes menos al principio, pero te garantizo que te ahorrarás muchos disgustos y aprenderás mucho de los profesionales de los que te rodees.

Ventajas reales

En mi opinión, toda esa bola de negatividad y pesimismo, llena de prejuicios, que gira en torno a los traductores (y profesionales) autónomos oculta buena parte de las ventajas reales que puede llegar a tener esta salida. Aquí van algunas:

  • Puedes trabajar desde casa.
  • No tienes jefe y eres libres para tomar tus propias decisiones.
  • Puedes desgravar IVA e inversiones que hagas en tu trabajo.
  • Ganas más por los proyectos que realizas que si trabajaras en una empresa como asalariado.
  • Puedes ser flexible con tu tiempo e incluso tomarte algún día libre si lo necesitas (aunque esto también tiene su parte negativa).
  • Si eres joven, esta puede ser una buena forma de adquirir experiencia y salir del círculo vicioso de «no trabajo porque no tengo experiencia, y no tengo experiencia porque no trabajo».
  • Y lo más gratificante de todo, inviertes tu tiempo, esfuerzo y dinero en tu propio proyecto personal. Porque, aunque es cierto que los traductores autónomos pueden trabajar para muchos clientes, también trabajan para sí mismos.

Inconvenientes reales

Pero por desgracia, no todo son ventajas y también hay que lidiar con una serie de inconvenientes:

  • Pagas una cuota mensual destinada a pagar tu Seguridad Social. Actualmente la cuota básica está en unos 265 euros, pero desde la aprobación de la Ley de Emprendedores los jóvenes que se den de alta pueden beneficiarse de una tarifa plana especial y pagar 50 euros durante los 6 primeros meses con subidas progresivas de la cuota cada 6 meses.
  • Eres tu propia empresa y tienes que buscarte a tus propios clientes, y al principio cuesta muchísimo hacerlo. A este respecto, ayuda mucho acudir a eventos profesionales para hacer contactos y conseguir una buena visibilidad en Internet, para lo cual probablemente tendrás que invertir tiempo en crear tu propia marca personal y una página web profesional. Pero son cosas a las que tendrás que dedicarles tiempo adicional.
  • Solo cobras cuando trabajas. Por tanto si te pones enfermo o necesitas unos días de vacaciones, tendrás que renunciar a tus ingresos habituales. Por ello es muy recomendable hacer una buena planificación económica, ahorrar y tener un buen colchón por si en algún momento las cosas se tuercen.
  • Si trabajas en casa, es fácil dispersarse, coger malos vicios o distraerse con otras tareas domésticas si no eres disciplinado y gestionas bien tu tiempo.

Vale, ¿pero merece la pena o no?

Lo que está claro es que, según hemos podido ver, darse de alta como autónomo puede ser una opción más que factible (con sus ventajas e inconvenientes) y muy digna por la que se puede optar al terminar la carrera. Eso sí, es una salida más cuyo éxito dependerá, muy probablemente, de hacer un buen planteamiento para conseguir clientes y crecer de manera progresiva con una rentabilidad adecuada. Conviene trazar un plan de actuación y asesorarse para no meter la pata. Por otro lado, la introducción de la tarifa plana para jóvenes autónomos ayuda bastante a que los recién licenciados puedan dar el paso y marcarse el objetivo de crecer de forma progresiva para ir cubriendo las subidas de la cuota. 50 euros al mes es una cantidad que se puede cubrir fácilmente mensualmente  y que no supone demasiado esfuerzo si dispones del apoyo de tu familia o si has conseguido ahorrar un poco de dinero por tu cuenta. Si, además, ya cuentas con algún cliente con el que puedas trabajar nada más darte de alta, entonces mejor aún.

La decisión final, por supuesto, depende de ti y de tus ilusiones y ambiciones. A priori es difícil saber si una decisión así merecerá la pena o no, pero soy optimista y te digo que, si te lo montas bien, puedes vivir estupendamente trabajando desde casa (eso sí, no creo que te vayas a hacer millonario, pero quizá sí te dé para emanciparte al cabo de un tiempo). Por otro lado, también hay muchos compañeros que prefieren trabajar en plantilla a ser autónomos porque creen que es mejor (tienes un horario fijo, fichas al entrar y al salir y cuando sales de trabajar por lo general te olvidas).

Yo conseguí establecerme como autónomo en apenas un año y pico (¡y hasta me emancipé mucho antes de lo que pensaba!), así que he tenido bastante fortuna en muchos aspectos, pero hay muchos compañeros que no lo han conseguido o que, incluso, habiéndolo conseguido, al final no han podido aguantar y han tenido que dejarlo por diferentes motivos. Esto es algo que, si eres novato, conviene que sepas, ya que ser traductor autónomo puede ser el mejor trabajo del mundo, pero aún con una buena planificación puede ocurrir que las cosas salgan mal, así que conviene no confiarse demasiado incluso en los momentos en los que todo vaya bien. Como suele decir nuestro colega Xosé Castro (@xosecastro), los clientes hay que buscarlos con la barriga llena, y no cuando las cosas van mal.

Para cerrar, hago un llamamiento general a todos aquellos que no sean traductores y hayan leído esta entrada por la curiosidad del título. No compadezcáis (más) a los (traductores) autónomos que trabajan desde casa. Porque, aunque lleven el mismo chándal desde hace unos días y huelan mal (algo que no suele ocurrir :mrgreen: ), es posible que ganen más que tú. 

¡Hasta la próxima entrada!

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Alexandra Reguero
8 años atrás

Excelente artículo, Rafa. Comparto todo lo que comentas. Yo también me hice traductora autónoma al poco de acabar la carrera, sin haber trabajado antes en ninguna agencia, y cada día estoy más contenta de mi decisión. Lo que aún me cuesta digerir es el poco reconocimiento que se da a nuestra profesión. Estoy cansada de que se menosprecie trabajar desde casa, pero como suele decir Xosé Castro, nosotros somos los responsables de explicar a la gente que traducir no es un hobby, sino un trabajo hecho y derecho. Si no lo hacemos y simplemente nos callamos desilusionados cuando alguien da… Leer más »

Carmen Ruiz
Carmen Ruiz
8 años atrás

Un artículo muy bueno, Rafa. Me encuentro en esa situación, he acabado la carrera y estoy en el primer «curso» de ‘¿Ahora qué hago con mi vida?’ La verdad es que me he planteado hacerme autónoma y creo que podría conseguirlo. Gracias por tu artículo, pues la opinión de personas con experiencia nos ayuda mucho a los novatos.
Saludos.

ana
ana
8 años atrás

Me gusto bastante este artículo. Mi idea sobre ser traductor autonomo cambio desde que empeze: puede ser muy bueno cuando tienes mas trabajo porque tienes mucha libertad de gestionar tu tiempo pero en epocas de menos trabajo puede ser bastante estresante. Una cosa que tuve que aprender es a comunicar mas aunque soy algo timida. Solo que la comunicación es mas vital para los trabajadores autonomos porque no tienes una equipa que lo hace por ti como suele pasar en las empresas. Pero esto tambien puede ser visto como algo positivo: desarollamos nuestras competencias de comunicación. Aqui en Portugal tenemos… Leer más »

Carolina Fernández
8 años atrás

Muy buen artículo, como todos los que publicáis. Ser autónoma es lo que más me gustaría, pero es algo que siempre da miedo, más aún sabiendo que no nos facilitan las cosas con unas cuotas tan elevadas… Actualmente trabajo como traductora en plantilla en una empresa de ingeniería. Está bien el hecho de saber que tienes una seguridad, pero sinceramente, aspiro a algo que me llene más, por lo que no dejo de formarme y de seguir todos los buenos consejos de los blogs de traducción, que son muchos y muy buenos. Espero atreverme a dar el paso algún día,… Leer más »

Paula
Paula
8 años atrás

Hola, Primero debo decir que me ha sorprendido eso de que los que estudian TEI lo hacen para ser profesores de idiomas. Lo veo un pelín absurdo porque tan bonito como es traducir, que aprovechen y vayan por la traducción. Entiendo que quien hace TEI es porque le gusta traducir, que se hace mucho en la carrera ¿no? ¿O hacen más cosas? Si no, no me explico que quieran dedicarse a la docencia (a no ser por aquello de trabajo para toda la vida siendo funcionario y vivir del Estado, pero eso ya ni hasta seguro es). No estudié TEI,… Leer más »

Laeticia Abihssira
8 años atrás

Una entrada muy completa, como siempre.

¡Enhorabuena, Rafa!

Un abrazo,

Laeticia

Rafael López Sánchez
En respuesta a  Laeticia Abihssira
8 años atrás

¡Gracias, Laeticia! 🙂

Un abrazo.

Borja
8 años atrás

Buenos días, Rafa. La verdad es que tu entrada está muy acertada, yo por cosas de la vida he pasado por diversos sectores en los que los idiomas son vitales; y la verdad es que ahora mismo me encuentro en un momento decisivo en mi vida pues he decidido apostar como traductor y lanzarme a nuestro mundo. No te equivocas al decir que ser autónomo es algo complicado, tanto por el coste económico – pues nos hacen pagar el oro y el moro cuando saben que lo nuestro es algo inestable laboralmente – como por el esfuerzo para manternernos en… Leer más »

Pablo Muñoz Sánchez
Pablo Muñoz Sánchez
8 años atrás

Hola, Rafa:

Poco que aportar más que no hayas dicho tú y otra persona en un comentario, pero vaya, la verdad es que te ha quedado una entrada muy completa. Yo personalmente sigo prefiriendo tener experiencia en una empresa de traducción antes de dar el salto porque ganas mucha experiencia en muy poco tiempo, pero entiendo que eso no siempre es posible. Todo tiene sus ventajas e incovenientes. 🙂

Un saludo,

Pablo

Eloy
En respuesta a  Rafael López Sánchez
7 años atrás

Hola, Rafa y Pablo: Precisamente a mí me sucedió algo así. Al terminar la carrera, solicité decenas y decenas de prácticas para aprender a usar de verdad diversas herramientas de traducción y adquirir seguridad, pero no conseguí nada. Después de leer y leer sobre cómo empezar por cuenta propia, decidí intentar dar el salto solicitando hacer una enorme cantidad de pruebas de traducción, pero sin éxito. Al final, las cosas se me fueron encaminando por el mundo de la enseñanza, pero con la gran espina de no estar vinculado a la traducción. Quizá mi fallo fue no hacer directamente un… Leer más »

Merche García Lledó
8 años atrás

¡Hola, Rafa! Como te dije en Twitter, me gustó mucho tu entrada porque trata sobre la eterna pregunta de si es descabellado lanzarse como autónomo sin tener más experiencia que la de las aulas. Personalmente yo tenía claro en cuarto que quería adquirir experiencia en plantilla porque no me veía preparada para dar el salto (cómo encontrar clientes, cómo lidiar con las facturas, cómo estar seguro de estar haciéndolo bien, etc.). Por eso, y porque efectivamente ahora que soy autónoma me reitero en la buena elección que supone trabajar en empresa antes, yo soy de las que animan a ello.… Leer más »

Jesús Prieto
8 años atrás

Hola, Rafael: Solo quiero matizar el punto del coste de la Seguridad Social, para dar aún más ánimos aún para empezar a trabajar como autónomo. Creo que se puede empezar a trabajar sin pagar la cuota de la Seguridad Social (mira este enlace http://www.elmundo.es/economia/2015/09/20/55f9aad3e2704e7b0f8b45ad.html) y todo dentro de la ley. Resumiendo, los límites para que sea legal son: – que sean ingresos no habituales (aquí hay una laguna legal, ya que no se aclara cuándo unos ingresos empiezan a ser habituales); – que los ingresos no superen el SMI (Salario Mínimo Interprofesional), que está en torno a los 9000 euros… Leer más »

gestoria autonomos madrid
4 años atrás

Sí, pero hay que trabajar mucho. En el sentido de planificación, no solo del trabajo en sí de traducción.