Buenos Aires, una ciudad con un encanto especial para los amantes de la traducción, las letras y… los flanes

Tras unos días de trabajo bastante intensos, por fin he podido sacar un hueco para escribir una entrada con más calma. Hacía tiempo que quería dedicar una entrada a Buenos Aires y sus flanes (:P) encantos, pero siempre surgía algo que me hacía posponerlo (mis clientes, Traduversia, mi nuevo curso de doblaje, mi reciente mudanza, etc.). Como ya os he contado en entradas anteriores, llevo unos años viajando allí para participar en eventos y actividades del CTPCBA y de la UBA, además de en iniciativas privadas como el primer LocArg, así que se me han juntado varias cosas que contar y compartir con todo el mundo, sobre todo con mis colegas españoles que a menudo me preguntan qué tal es la experiencia de trabajar por allí. Como no siempre tengo tiempo de explayarme en las conversaciones y quedadas, me he decidido a contároslo todo por aquí y en varios puntos para que podáis digerir la información con más facilidad. ¡Vamos al lío! 🙂

El increíble trato de mis colegas y amigos argentinos

El primer punto de mi lista no podía ser otro. Buenos Aires es, con diferencia, el lugar en el que más cómodo me han hecho sentir (casi como en casa), aunque reconozco que mi opinión no puede ser objetiva en este punto, ya que el éxito en las interacciones con los colegas no es algo que pueda analizarse fríamente, sino que, al igual que ocurre con las amistades, es una cuestión de química. Allá he tenido la gran fortuna de encontrar química con muchos colegas a quienes desearía poder ver más a menudo, como Damián Santilli, Mariana Costa, Matías Desalvo, Santiago Murias, Santiago Lorenzatto, Gabo Fuentes, Soledad Gracia, Alide Drienisienia, Analía Bogdan y cía. De esas relaciones han salido proyectos increíbles de los que me siento muy orgulloso, como el primer LocArg o The Translation Show, que pude compartir con el genio de Damián Santilli. En otras palabras, a estas alturas Argentina es como mi segunda casa. Y aquí va un compendio de fotos de mis últimas visitas con mis colegas argentinos para dar fe.

Con mis queridos argentinos tras el Simposio Hispanoamericano de Traducción Especializada y Nuevas Tecnologías en el que participé en mi primer viaje (2015)

Con Héctor (a quien todos echamos en falta), Mati, Juan y Yeyu (2016)

Con mi querido Santiago Lorenzatto, hincha desmesurado de Huracán

Con Mariana Costa, relajado de más tras dar la última clase de los talleres que impartí en 2016

Jugando al FIFA con Héctor, Mati y Dami 😛

De comida con colegas españoles y argentinos durante el VI Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación (2016)

Con Mati Desalvo en el #LocArg2017

Con Damián Santilli en La Boca en mi reciente viaje de 2017

Algunas firmas y dedicatorias de los autores del Manual de Informática Aplicada a la Traducción del CTPCBA

El interés infinito y el cariño de los asistentes

En pocos lugares he sentido que me prestaban tanta atención durante una charla como allá. Quizá sea por el uso desmedido que hacemos los españoles de palabras como «coger» :D, pero el caso es que allí también hay una química especial con el público que me hace sentirme especialmente cómodo y confiado en el escenario o dando clase. Además, tras las actividades siempre se acercan muchos asistentes y alumnos a hablar conmigo, ya sea para plantearme dudas, charlar conmigo sobre algún tema relacionado o simplemente para trasladarme su cariño o agradecerme que haya viajado hasta allí para compartir un rato con ellos. Y la verdad es que me encanta que lo hagan. 🙂

 

Hablando con una asistente tras dar mi ponencia en el Simposio Hispanoamericano de Traducción Especializada y Nuevas Tecnologías (2015)

Con Sofía Mendoza, colega traductora, en una pausa del VI Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación (2016)

Dictando un taller sobre InDesign para traductores en el CTPCBA con mis atentos alumnos (2015)

Uno de los asistentes del #LocArg2017 planteando una de las muchas preguntas que se hicieron

En mitad de una de las ponencias del #LocArg2017

La oportunidad de descubrir un colegio de traductores (el CTPCBA) y disfrutarlo como un miembro más

En mis visitas también he tenido la ocasión de participar en actividades organizadas en distintos lugares, y uno de los que más he frecuentado ha sido el CTPCBA. Curiosamente, en España hace años que muchos traductores creen que sería provechoso contar con un colegio de traductores que regule la profesión. De hecho, es un debate recurrente y muchos estamos habituados a que cada cierto tiempo alguien saque el tema en foros de traductores o en las redes. Pues bien, en Buenos Aires y en el resto de la Argentina hay colegios de traductores que regulan la profesión de los traductores públicos (aunque hay algunas diferencias, los traductores públicos son similares a los traductores jurados de España), aunque también dedican tiempo y recursos a otros rubros de la traducción.

Después de haber pasado incontables horas en el CTPCBA, debo reconocer que es una institución que funciona francamente bien y que trata fenomenal a sus invitados y miembros. No sé hasta qué punto el sistema del colegio funcionaría bien en España, ya que en Argentina el CTPCBA lleva mucho años en funcionamiento y aquí estamos acostumbrados a un planteamiento distinto (quizá más liberal), pero lo cierto es que allí va bastante bien. Además, el elevado número de socios que forman parte del CTPCBA hace posible la organización de eventos, talleres y cursos de una grandísima envergadura, como el Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación, que se celebra cada 4 años y atrae a cientos de asistentes y ponentes de todo el mundo.

En el acto de inauguración del VI Congreso Latinoamericano de Traducción e Interpretación (2016)

Con los asistentes al taller de diseño web que impartí en la sede del CTPCBA en 2016

Asistentes al Simposio de Buenos Aires

Con todo el equipo organizador y varios ponentes al final del Simposio Hispanoamericano de Traducción Especializada y Nuevas Tecnologías (2015)

El público del Simposio Hispanoamericano de Traducción Especializada y Nuevas Tecnologías (2015)

El atractivo magnético de la Facultad de Derecho de la UBA

En mi último viaje, del que apenas he podido contaros nada por este medio (aunque sí compartí bastantes cosas por las redes), tuve la oportunidad de formar parte del equipo docente de la Actualización en Nuevas Tecnologías de la Traducción, un posgrado pionero en Sudamérica que se impartió en modalidad presencial en la mítica Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Ya tuve la gran suerte de pasear por los pasillos de este maravilloso edificio de inspiración griega en 2016, cuando Héctor Gomá me hizo un tour completo que me dejó boquiabierto. Sin duda que para mí fue un gran honor poder dictar clase como profesor visitante entre esas paredes por las que han paseado tantísimos traductores, abogados y calígrafos. 🙂

La Facultad de Derecho de la UBA vista desde el puente de acceso para peatones

El «salón de los pasos perdidos» que da acceso a las dependencias de la Facultad

Tomando mate con mis alumnos predilectos de la primera Actualización en Nuevas Tecnologías de la Traducción (2017)

Lugares con encanto

Aunque en mis viajes no pude deambular por Buenos Aires todo lo que me hubiera gustado, no quiero dejar de recomendar algunos sitios que me encantaron y que aconsejo visitar, tanto si eres traductor como si no. Sin duda que el primero de la lista es El Ateneo, un enorme teatro antiguo reconvertido en librería en el que cualquier amante de las letras implosionaría hasta alcanzar el nirvana en el primer vistazo. Y si no tienes suficiente con El Ateneo, no te preocupes, ya que es fácil encontrar librerías grandes por el centro de la ciudad, como Guadalquivir o Librería Norte (en Recoleta) o la Librería de Ávila, cerca de la Casa Rosada.

El Ateneo Grand Splendid

También tuve la ocasión de dar algunos paseos por la ciudad, en los que pude disfrutar de Puerto Madero, la Casa Rosada, el Teatro Colón, el Obelisco, el cementerio de la Recoleta, el mercado de San Telmo, Caminito o La Bombonera, entre otros sitios de interés. 🙂

El famoso obelisco

El Teatro Colón

Muchachos jugando al fútbol en La Boca

Pasándolo bien con una Mafalda un poco deteriorada en Caminito

Una de las galerías del mercado de San Telmo

También tuve la gran suerte de visitar La Bombonera

La comida

Al igual que ocurre en otros aspectos de la cultura argentina, la gastronomía está influenciada por varios países europeos, como Italia, Francia, España o Alemania, así que es fácil encontrar platos que recuerden o evoquen a estos países. Por eso, si no estás muy familiarizado con la gastronomía sudamericana, tal vez lo mejor sea comenzar con platos como la exquisita pasta fresca (con muchas salsas para elegir) que ofrecen la mayoría de restaurantes bonaerenses, las pizzas de masa gruesa de sitios míticos como El Cuartito, Las Cuartetas o Guerrín o las milanesas y supremas con papas fritas (que a mí me recordaron mucho a los cachopos asturianos).

Si te va lo exótico y te atreves a ir un poco más allá, prueba las empanadas (hay un montón de variedades y sabores en muchos sitios, yo devoraba las de La Continental, que eran más bien normalitas pero me pillaban cerca) y los panqueques (te recomiendo que vayas a Lo de Carlitos). También te recomiendo que pruebes las carnes (el asado, el vacío, los bifes, los choripanes, etc.), que hacen en las parrillas callejeras, sobre todo las que abren por el mercado de San Telmo, ya que son económicas y hacen una carne deliciosa. No olvides acompañar tus carnes con salsas típicas como la chimichurri o la criolla, que están espectaculares.

Y si te quieres dar el gustazo, acércate a un restaurante en el que hagan buena carne, como La Choza de Gascón, y pídete una parrillada, así podrás probar los cortes de carne más habituales sin mucha complicación. A título personal, te recomiendo un restaurante en el que hacen una gran variedad de platos y que descubrí paseando por la ciudad: Santos Manjares, en Paraguay.

Una de las parrillas de San Telmo :O

Un delicioso vaciopan con salsa criolla y salsa chimichurri que me sirvieron en la parrilla de arriba

Platos y bandejas de la parrillada que me machaqué con mis colegas argentinos en La Choza de Gascón (no me lo comí todo yo solito, tranquis) 😛

Uno de los más de 200 panqueques que te pueden servir en Lo de Carlitos.

La más que recomendable pizza fugazza de El Cuartito (esta sí me la comí entera yo solito) 😛

Flan mixto, bife de chorizo, empanadas y chorizo criollo con sus respectivas salsas (Santos Manjares)

Por suerte, no todas las comidas fueran en solitario, en muchas tuve a grandes compañeros de mesa

La bebida

Evidentemente, había que beber algo para bajar las exquisiteces ya expuestas, y sin duda que la cerveza y el vino son las mejores opciones para esa clase de platos. Aunque cuidado, porque la cerveza de Buenos Aires es mucho más ligera que la de aquí y es fácil que se te vaya un poco de las manos el asunto (ejem…).

De todas las marcas conocidas que probé, la que más recuerdo es la Antares, aunque si no tenían solía pedir Palermo o Patagonia, que también me gustaron mucho (aunque debo reconocer que también cayó alguna Quilmes, a pesar de que dicen que no es de las mejores). De todas formas, si eres sibarita de la cerveza, lo mejor es ir a alguna de las cervecerías artesanales del centro y hacer alguna cata (como yo, que fui a varias en calidad de científico, claro :P). Una de las que más me gustaron fue la Cervelar de Viamonte, cerca de Puerto Madero, en donde tienen muchas cervezas para elegir, tanto artesanales como industriales.

En cuanto a vinos, aunque debo reconocer que no soy un experto y que soy de paladar fácil, compré unas cuantas botellas en varios supermercados y de entre todas, la que más recuerdo es un Norton Merlot de Mendoza que llevé a una de las cenas con mis colegas argentinos.

A la rica Quilmes…

Siguiendo con las bebidas, es necesario hablar del café. Y no solo por la bebida en sí, sino por la cantidad de sitios maravillosos en los que puedes disfrutarlo. Desde el mítico y apasionado Tortoni, hasta cafeterías que te hacen viajar en el tiempo como El Gato Negro. Pero no hace falta ir a sitios tan legendarios para disfrutar de un buen café con unas medialunas, ya que afortunadamente en Buenos Aires hay un montón de cafeterías (la mayoría enormes y con «wái fái», que no «güifi») en las que sentarte, relajarte e incluso expandirte durante un buen rato. Una de las que más frecuenté en mi último viaje fue la Biblos Resto & Coffee de Libertad y Santa Fé que, sin ser de las más legendarias o de las más especiales, era enorme, me pillaba cerca del hotel y tenían unas medialunas excelentes.

El clásico Café Tortoni

¿Sabías que Edgar Allan Poe escribió un relato titulado «The Black Cat» y que fue Julio Cortázar quien lo tradujo al español?

Vista interior de El Gato Negro

Café con tres medialunas (Biblos Resto & Coffee)

Café con leche en jarrito con una medialuna (Biblos Resto & Coffee)

Catando un café de Etiopía recién molido en uno de los muchos cafés de Buenos Aires

Los postres

Aunque a estas alturas ya no me vas a creer, en las comidas y cenas siempre procuraba dejarme un huequito para el postre. Como ya he contado en alguna ocasión, de todos los que he probado el que más me fascina es el flan mixto (con dulce de leche y crema —así es como llaman allí a la nata—). En mis visitas he probado decenas de flanes en restaurantes y cafés diversos, y no exagero al decir que en todos ellos acabé relamiendo la cuchara.

Aunque el que más me gustó de todos fue, sin duda, el flan de dulce de leche casero que nos preparó Mariana Costa para una de sus maravillosas cenas.

El delicioso flan casero de Mariana

El flan mixto de La Choza de Gascón

El flan mixto de Los Remolinos, otro restaurante que recomiendo encarecidamente

Aunque el flan es para mí la estrella, no podemos desmerecer otros postres y dulces típicos de allí, como los alfajores (me traje varias cajas para mi gente de España), los helados (me encantó el de dulce de leche), el estrúdel, los panqueques dulces (también en Lo de Carlitos), las tortas (curiosamente, así es como llaman allí a nuestras «tartas») y la repostería en general, que es exquisita (basta con ir a cualquier confitería de barrio para comprobarlo). Seguro que me dejo algunos, pero es que hay tantísimos platos y manjares de los que disfrutar, que es difícil recordarlos todos. Ya os contaré más en futuras entradas. 😛

Lo menos bueno

Todo en la vida tiene su punto negativo, y como tampoco quiero que pienses que todo fue de color de rosa en mis viajes, te cuento lo que para mí ha sido lo peor. Para empezar, las más de 12 horas de viaje se hacen muy largas y pesadas. Y no te digo si decides hacer escala en algún aeropuerto de Italia, Holanda, Alemania o Francia. La primera vez que fui a Buenos Aires en 2015 hice escala en Ámsterdam-Schiphol y el viaje se me hizo eterno (alrededor de 20 horas en total). Además, tomar 4 vuelos en vez 2 es algo que a mí personalmente me pone bastante nervioso, ya que son demasiados aviones y muchos momentos de estrés, cansancio e incertidumbre (¿se retrasará el avión? ¿cometerán algún error con mi equipaje facturado? ¿y si la puerta de embarque del vuelo siguiente está demasiado lejos?). A este respecto, si puedes gastarte un poquito más para conseguir un vuelo directo con Iberia o Aerolíneas Argentinas, mucho mejor, pues ganarás en tranquilidad y te quitarás dos aviones de en medio.

Otro punto negativo que va ligado al anterior es el jet lagPersonalmente siempre había creído que el jet lag era una cosa menor, pero la verdad es que puedes pasarlo bastante mal si no tomas algunas precauciones. El principal problema está en las 4 o 5 horas de diferencia horaria (depende de si en España estamos en horario de verano o de invierno), que te obligan a aguantar despierto más horas de las que estás acostumbrado. Eso, sumado al cansancio del vuelo, hace que te pases un par de días con un cansancio del que cuesta desprenderse. ¿Lo mejor? Tomar el vuelo nocturno de Iberia e intentar dormir todo lo posible en el avión para llegar fresco a Buenos Aires y afrontar bien el día de llegada (si te cuesta dormir en aviones, siempre puedes pedirle a tu médico de cabecera que te recete unas pastillas para dormir). Eso sí, mucho cuidado con no dormirte tras la comida del día de llegada, ya que correrás el riesgo de dormirte más tiempo del recomendable prolongando el problema del jet lag durante unos días más.

Mi próximo viaje

Si todavía te estás preguntando cómo diablos logré meterme en el avión de vuelta, descuida, yo tampoco lo sé, pero el caso es que lo conseguí. 😛 Y lo cierto es que estoy deseando regresar a Buenos Aires para volver a ver a todos mis colegas y participar en nuevas actividades. Si todo va bien, volveré en octubre para participar en la segunda edición de la Actualización en Nuevas Tecnologías de la Traducción de la UBA, en la que espero disfrutar de nuevos y entusiastas alumnos con ganas de aprender sobre traducción audiovisual, maquetación, diseño web o localización, entre otros rubros. Por si no estás al tanto, te comento que la ANTT es un posgrado cuyo objetivo es complementar la formación en materias como la traducción audiovisual, la localización, la informática y las nuevas tecnologías de los traductores públicos argentinos, aunque se plantea como un posgrado abierto a cualquier titulado en traducción procedente de otros países. Aquí te dejo un enlace en el que podrás acceder a toda la información sobre la titulación. ¡Ojalá pueda verte en Buenos Aires y compartir contigo alguno de estos momentos que he publicado aquí! 🙂

En una de mis clases de la ANTT (aquí los alumnos estaban trabajando a tope con Aegisub) 😛

>> Quiero saber más sobre la ANTT <<

Y aquí lo dejo. Espero que te haya gustado esta entrada y, seas traductor o no, ojalá que mis recomendaciones te sirvan para disfrutar de Buenos Aires si te animas a ir en algún momento. ¡Hasta la próxima!

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